ANIMALES DE COMPAÑÍA Y NIÑOS: UNA RELACIÓN EDUCATIVA Y TERAPÉUTICA.
Miguel A. Signes Llopis & Maylos Rodrigo Claverol.
Cusack (2.008): “Las dos épocas en la vida de las personas durante las cuales más
necesitan a los animales es cuando son o muy jóvenes o muy viejos (Bustad, 1988)”.
Sabemos que los animales de compañía satisfacen la necesidad que tiene el niño de abrazar,
de contacto físico, de tener un compañero y de que sea aceptado incondicionalmente.
También sabemos que la tenencia de animales de compañía potencia y mucho la autoestima
de los niños, un sentimiento de empatía y así como sus habilidades sociales. Es más, Melson
(1.990) nos dice que un perro es beneficioso para el desarrollo del niño.
Hipótesis de la Biofilia.
Katcher (2.003): “Biofilia” es un término de evolución unificador acuñado por E. O. Wilson
(Wilson, 1984; Kellert & Wilson, 1993); sugiere que el cerebro de las personas está
estructurado para prestar una atención selectiva a otros tipos de vida y que, como resultado
del contacto con otras especies, animales o vegetales, pueden producirse importantes
influencias en el conocimiento, la salud y el bienestar.
También Melson, (2.003) nos dice: La Biofilia es un interés innato por la vida. Como
resultado de la evolución conjunta con otras especies animales, los humanos sienten una
atracción de carácter biológico por la naturaleza en todas sus manifestaciones, una
tendencia a “asignar valor e importancia al mundo natural” (Kellert, 1.997). La hipótesis
de la biofilia sugiere que la presencia de animales en posición de descanso o en un estado
exento de agitación es un indicio de bienestar y seguridad para los humanos.
Si la hipótesis de biofilia es cierta, venimos filogenéticamente predispuestos a que nos guste
el estar en contacto con animales, es decir, es una conducta adaptada-“solo lo que está en los
genes produce adaptación”-. Entonces, ¿Por qué no a todo el mundo le gustan los animales?,
e incluso, ¿Por qué hay personas que ni si quiera se sienten superficialmente atraídos por los
animales? Sabemos que el comportamiento es una interacción compleja entre genes y medio
ambiente, por lo que lo anterior se cumplirá o no dependiendo de la ontogenia del individuo,
es decir, el aprendizaje que tenga el niño sobre los animales.
Aprendizaje.
Cusack, (2.008): “Las teorías acerca de una atracción innata hacia los animales y hacia su
vitalidad simbólica son conceptualmente atractivos, pero la teoría del aprendizaje ofrece
una perspectiva alternativa, que es menos compleja, más precisa, y contiene un mayor grado
de aplicabilidad práctica para ayudar a entender el comportamiento humano (Clark Brickel
1.985)”.
Los sistemas de aprendizaje en los que a los niños les enseñan sus padres a que amen a los
animales, según Brickel (1985), son tres: Condicionamiento Pavloviano, Condicionamiento
Instrumental u Operante y mediante el Aprendizaje Social.
El condicionamiento Pauloviano se refiere al estímulo-consecuencia. Si un niño ha tenido
buenas experiencias con animales (estímulo), a este le gustarán los perros (consecuencia).
El condicionamiento Instrumental u Operante se refiere a la respuesta-consecuencia. Un niño
interactúa con un perro acariciándolo y si la respuesta del mismo es tranquila, el animal está
reforzando con su tranquilidad la conducta al niño mediante la aplicación de un refuerzo
positivo por lo que la misma se repetirá y el niño volverá a acariciarlo. Es más con este tipo
de condicionamiento, aunque el niño haya tenido una mala experiencia con algún perro
(sensibilización), por ejemplo, miedo o frustración, al mismo se le puede contracondicionar
mediante una modificación conductual consistente en la desensibilización sistemática (se
trata de la exposición progresiva al estímulo, aumentando la proximidad y el nivel de éste,
asociando otro estímulo que resulte positivo).
En el aprendizaje social, los niños aprenden de los miembros de nuestra especie. El estar
viendo a miembros de la familia interactuar con un animal, por ejemplo, abrazarlo, jugar,
cuidarlo, darle besos, etc. hace que el niño aprenda que el animal es un ser querido, cariñoso
y valioso.
Terapia/Educación Asistida con Animales.
A los animales de compañía se les puede utilizar en las sesiones de Educación o Terapia de
las siguientes maneras:
Como Objeto transicional.
Levinson (2.006): “Es interesante observar que el “objeto transicional” suele ser algo
suave, un pedazo de manta o un juguete blando. En apariencia, el contacto, tocar algo
suave, cálido y que es posible abrazar, satisface alguna de las necesidades internas del niño,
le inspira confianza y es otra de las razones que hace que un animal suave y que se deje
abrazar sea tan importante. La necesidad de un “objeto transicional” es normal e indica el
principio de la reconciliación entre la realidad y la fantasía. A medida que el niño normal se
hace mayor y desarrolla otros intereses, su necesidad de tener un “objeto transicional”
decrece hasta desaparecer. Sin embargo, en los momentos de crisis o de tensión emocional,
el objeto transicional puede convertirse en “una defensa contra la ansiedad”, que para el
niño es una manera segura e inocua de reducir la ansiedad”. Esta necesidad de contacto,
tocar algo suave, cálido y que es posible abrazar la cubre el Canis familiaris en multitud de
ocasiones.
También usando a un perro como objeto transicional se puede trabajar con los niños la
atención, la concentración, la sensibilidad, el amor sin propiedad, el compartir vivencias y
posesiones, el área socio emocional, el reforzamiento lógico matemático, la capacidad de
cálculo matemático, el asociar números a cantidades (lo que implica pensamiento abstracto),
la organización espacial (delante, detrás, izquierda, derecha), la motricidad fina o gruesa, el
respetar turnos, los programas de lectura y dicción, entre otras múltiples aplicaciones.
Como Fuente de Contacto Físico, Afecto y Aceptación sin límites.
En cuanto al contacto físico tenemos por ejemplo, a niños que han sido maltratados. Los
mismos, aunque tengan una gran necesidad de contacto físico, sabemos que el contacto
humano les asusta ya que “personas descerebradas” les han hecho daño. En este aspecto,
como el niño no relaciona el daño recibido con un perro, el conflicto se resuelve por sí solo.
También Levinson (2.006) nos dice respecto a niños con Trastorno de Espectro Autista: Al
trabajar con estos niños, hay que permitirles que vayan a su propio paso y ayudarles con la
interacción terapéutica. Buena parte de esta ayuda provendrá del animal de compañía y, lo
más importante, es que se presenta en forma de contacto físico. Como indica Des Lauriers
(1.967), “La comunicación debe estar llena de estímulo sensorial”.
Por otro lado los animales de compañía proporcionan una fuente ilimitada de afecto, amor,
aceptación sin límites y compañerismo. Es más, el animal siempre está ahí deseando tanto
recibir como dar amor y afecto, sin juzgar y sin esperar nada a cambio.
Como Fuente de Atención.
Los animales como seres vivos que son, se convierten en un estímulo multisensorial muy
fuerte ya que son capaces de captar la atención y motivación del paciente mejorando su
cooperación e implicación en la Terapia. Serpell (2.003) dice: los animales pueden inducir
un estado de relajación inmediata, psicológicamente tranquilizador, por el simple hecho de
atraer y mantener nuestra atención (Katcher et al., 1983).
Los animales de compañía son de gran utilidad ya que atraen y mantienen la atención de
niños con problemas de hiperactividad y falta de atención, así como con trastornos de
conducta; llegando a mejorar el entorno educativo. Es más, la atención dirigida hacia un
perro, se asocia a una inhibición del comportamiento del niño, ya que éste no sabe, ni puede
predecir, que va ha hacer el animal.
Como Elemento no Amenazador.
Es bueno disponer de un marco en el que el niño domine la situación y no se sienta
amenazado o desafiado ya que el tratamiento será más efectivo. Sabemos que los animales
son menos desafiantes que los humanos lo que permite al niño mejorar su habilidad de
relacionarse sin amenazas.
Como Modelo.
En niños con problemas de lectura se puede utilizar al animal como modelo. Por ejemplo,
el/la Educador/a o Terapeuta quiere que el niño lea un libro. Primero “se lo lee el perro” y
luego se lo lee el niño.
También en niños con Trastornos de Espectro Autista (T.E.A), como por ejemplo el
síndrome de Asperger, se puede utilizar al animal como modelo. Creando un circuito que
primero hará el perro y luego el niño; motivando la atención y la concentración, controlando
la ansiedad, trabajando la motricidad general y la consecución de instrucciones, etc. Este
circuito puede consistir en poner 4 aros grandes, saltar un obstáculo y pasar por un túnel. El
animal en el primer aro se sienta, en el segundo, se echa, en el tercero saluda con la pata
derecha y en el cuarto gira sobre sí mismo, luego salta el obstáculo y para finalizar pasa por
un túnel.
Como Cómplice.
En niños con Síndrome de Down o Trastornos de Espectro Autista se puede utilizar al
animal como cómplice. Por ejemplo, el niño y el perro han estado jugando con unas pelotas.
Una vez finalizan el juego, al niño y al perro se les puede pedir que las guarden en un cajón.
Ambos participan en el seguimiento de instrucciones habiendo una complicidad entre ellos.
Como Compañero de Juego.
Un animal es más efectivo que los juegos o juguetes tradicionales ya que al ser un ser vivo
provoca en los mismos una gama de reacciones más amplia, por ejemplo proporcionando
mucha interacción. Seguidamente, el niño es más fácil que traslade su interés hacia otros
seres vivos, como el terapeuta, lo que facilitará la comunicación entre ambos.
Como Reforzador de Conductas.
Para trabajar con un niño el lenguaje verbal y/o no verbal, dependiendo de cada caso, el niño
tiene que decirle al perro la orden de sentado o echado, bien verbalmente o mediante signos.
El perro al cumplir la orden está reforzando la conducta al niño. Es más, este tipo de
ejercicio va muy bien para niños con trastornos que sienten la necesidad de mandar. A este
respecto Levinson (2.006) nos dice: Parece ser que todos los niños sienten la imperiosa
necesidad de mandar a alguien o a algo que no les conteste, que les acepte sin importarles
lo que sean. Esto predomina abrumadoramente entre los niños con trastornos que desean
muy especialmente no ser juzgados. Quieren que les acepten, admiren, y permitan
retroceder tanto como quieran, sin que nadie ni nada les riña y sin sentirse culpables.
Otro ejemplo lo tenemos en niños que tienen problemas conductuales. Se puede trabajar el
seguimiento de instrucciones y el reforzamiento lógico matemático. Se le pide al niño que
saque tres bolitas de pienso y se las dé al perro. Es imprescindible que el perro esté
adiestrado a comer a la orden para poder reforzar la conducta correcta, es decir, que el
animal coma cuando el niño saque tres bolitas de pienso en vez de dos, una o cinco, por
ejemplo.
En definitiva, la utilización de animales de compañía, especialmente el Canis familiaris,
como herramienta al servicio del Educador/a o Terapeuta potencia el aprendizaje, modifica
el entorno educativo y terapéutico y facilita que se logren los objetivos más rápidamente,
Resultando especialmente útil en niños con discapacidad o necesidades especiales,
mejorando su calidad de vida y su integración social.
Bibliografía
Cusack, O. (2.008): Animales de Compañía y Salud Mental. 2ª Edición. Fundación Affinity.
Fine A. H. (2003): Manual de Terapia Asistida por Animales. Fundación Affinity.
Levinson, B.M (2.006): Psicoterapia Infantil Asistida por Animales. Fundación Affinity.
Signes, M. A. (2009) en: “La Utilización del Canis Familiaris en Terapia o Actividad Asistida por Animales”
(www.ataaasafor.es). Consultado el 11/08/09.
Maylos Rodrigo Claverol.
– Licenciada en Medicina y Cirugía General por la Universidad de Lleida (UdL) en 1997.
– Cursos de Doctorado de Cirugía de Urgencia en la UdL, con la obtención de la Suficiencia
Investigadora, 2001.
– Especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria, 2003.
– III Máster Universitario en Medicina y Cirugía de Urgencias, Emergencias y Catástrofes de
la Facultad de Medicina de Lleida, 2003.
– Título de Técnico en Terapia Asistida con Animales de la Fundación Bocalán, Barcelona
2007.
– Título de Monitor de Educación Canina nivel I y II de la Fundación Bocalán, Barcelona
2009.
– Afijo “De Maylos”, concedido por la Real Sociedad Canina de España en diciembre 2000,
con número 010045.
– Directora de programas de Terapia Asistida con Animales (TAA). Investigadora principal
de estudios sobre TAA con las siguientes comunicaciones en Congresos: “Terapia assistida
amb animals: nou recurs sanitari” II Congreso de las Sociedades Catalana, Balear y
Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria. Castellón, mayo 2008.
“Animal-assisted therapy applied to persons with mental disabilities.” 15th Wonca Europe
Conference, Basilea (Suiza), septiembre 2009.
“Pets and elderly people: single company or something else ?!?” 15th Wonca Europe
Conference. Basilea (Suiza), septiembre 2009.
– Asociada de ATAAASAFOR.
Miguel Ángel Signes Llopis. Presidente de la Asociación de Terapias y Actividades
Asistidas con Animales de la Safor (www.ataaasafor.es). Experto en problemas de
comportamiento, modificación de conducta, Asesor y Terapeuta canino certificado por
AEPE en el Curso Máster de Etología Canina Avanzada. Trabaja en el Área de Etología
Clínica y de Terapias de la Asociación para el Estudio del Perro y su Entorno de la que es
socio (www.aepe.net). Curso de Etología Clínica y Bienestar Animal impartido en la UEX.
Técnico en Terapia Asistida con Animales por la Fundación Bocalán. Autor de varios
artículos científico-técnicos de Etología Clínica Canina y de Terapias Asistidas con
Animales. Colaborador del Portal de Veterinaria Argos del Grupo Asís
(http://argos.portalveterinaria.com/) y de la Revista “Especies”. Asociado de la Asociación
Española de Terapias Asistidas con Animales y Naturaleza (www.aetana.es).